LA DIETA MEDITERRÁNEA, UNA DIETA DEL PASADO PARA EL FUTURO

Aunque los estilos de vida han cambiado con el tiempo, alejándose cada vez más de nuestras tradiciones -basta pensar en el éxito del fast food y el abuso de las bebidas gaseosas y los productos con alto contenido de azúcares-, las estadísticas recientes nos dicen que se está produciendo un giro de 180 grados, un retorno a los viejos hábitos saludables en materia de alimentación, con una preferencia precisamente por la dieta mediterránea basada en verduras, cereales, pescado y legumbres y, en general, alimentos poco elaborados.

La dieta mediterránea está viva

La dieta mediterránea es una dieta antigua. Ancel Keys fue el primero en arrojar luz científica sobre sus efectos beneficiosos después de haber vivido durante más de 40 años en la provincia de Salerno, Acciaroli. Una dieta que, sin embargo, mira sobre todo hacia el futuro precisamente porque su piedra angular -una alimentación buena, sencilla, saludable y sostenible- es uno de los elementos centrales que no podemos ignorar si queremos aspirar a un futuro más consciente, sostenible y duradero, junto con un estilo de vida más activo, y a la recuperación de conceptos como la simple convivencia y la responsabilidad.

No es casualidad que desde noviembre de 2010 la dieta mediterránea ocupe un lugar de honor en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad de la UNESCO. 

Y en 2019, U.S. News & World Report -conocido mundialmente por sus clasificaciones, análisis, informes y consejos al consumidor- nombró a la dieta mediterránea la mejor dieta del mundo gracias a sus excelentes resultados en cinco categorías: prevención y tratamiento de la diabetes, alimentación saludable, beneficios para el corazón, componentes de origen vegetal y facilidad para seguirla.

En línea con esta tendencia general de redescubrimiento del régimen alimenticio mediterráneo, el confinamiento dio un impulso adicional al regreso en boga de la dieta mediterránea: la cocina ha vuelto a ser oficialmente el centro de la casa, el lugar donde la comida ha recuperado el tiempo y el valor adecuados. En este período de pausa no sólo nos hemos quitado las ganas de fantásticos manjares, sino que nos hemos vuelto más cuidadosos con la elección de los ingredientes - también con vistas a limitar el desperdicio - hemos recuperado las recetas familiares, hemos encontrado el equilibrio adecuado entre el sabor y el bienestar en la mesa.

¡Hace bien y también es buena!

Y, de hecho, no es sólo lo saludable de este estilo de alimentación lo que conquista el paladar: con su variedad y su fuerte vínculo con la tradición italiana, la dieta mediterránea satisface nuestra búsqueda de bienestar, pero no defrauda el puro placer que queremos experimentar en la mesa gracias a una sabia mezcla de sabores genuinos y sabrosos: el pan, la pasta, las frutas y verduras, el aceite de oliva virgen extra y un buen vaso de vino consumido con moderación en la mesa hacen de la dieta mediterránea un elixir de la vida... delicioso.

Y la nueva conciencia adquirida durante este difícil período deja abierta la hermosa perspectiva de que las generaciones más jóvenes - los Millennials y la Generación Z a la cabeza - puedan reforzar el vínculo con el pasado a partir de la mesa, la convival de los abuelos… ¡Viva la dieta mediterránea!